Cuando bebes alcohol tu cuerpo no sabe procesarlo así que pasa una parte a la sangre. Así llega al cerebro, que es donde nos emborracha: cambia los niveles de varias hormonas y neuroreceptores que hacen que tu cerebro funcione normalmente. Eso es lo que hace que te sueltes socialmente, te entre euforia o que mandes un mensaje a tu ex porque tu centro de decisiones está trastocado. Entre otras cosas, también se acumula en tu cerebelo, que es el que maneja la coordinación (por eso te vuelves torpe o hablas arrastrando las sílabas un poco).
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